Probó la resistencia del cajón botellero que le
habían regalado subiéndose encima de él. Aún no era suficiente para lograr sus
propósitos. A falta de una escalera en condiciones, fue apilando otros
envoltorios navideños más o menos sólidos, pero la distancia que le separaba de
la copa del abeto seguía siendo demasiado acusada como para jugarse el tipo en
un número de acrobacias caseras sin red. Estudió la situación desde varios
puntos de vista, resolvió dos crucigramas e incluso llegó a esbozar un croquis sin
técnica mientras pensaba en el mejor modo de alcanzar la cima de su árbol de
Navidad. Entonces alguien llamó a la puerta. Del timbre fueron desgranándose
vibraciones arrulladoras, de esas capaces de adormecer a un recién nacido,
campanilleos de dorada emoción que resonaban en todo su espíritu como si fueran
un armonioso carillón de gloria. Tras girar la cerradura, el abrazo cálido de
su mujer le envolvió de infinitas bendiciones de ternura, al igual que la
patita de su terrier Yorkshire, vestido con un trajecito de Papá Noel y reclamando
inmediatas caricias. Por si aquello fuera poco, en el buzón distinguió el familiar
bulto de aquel libro de Metafísica que tantas veces había hojeado en la casa de
su madre, y que ahora ésta le regalaba con un lazo verde que envolvía un cofre
de buenos deseos. Volvió al salón embriagado por todas aquellas sensaciones y
levantó la vista hasta la copa del abeto. Ya no le hizo falta encaramarse al rústico
parapeto de cartones y envases de madera para colocar la Estrella de Navidad
con una pericia que incluso a él mismo le asombró. Vistos desde arriba, los
regalos que había comprado para sorprender a sus seres queridos parecieron
relumbrar con una intensidad que nada tenía que ver con el oropel que los
envolvía.
Este blog contiene en su esencia y espíritu el deseo de ser un homenaje y una invitación a la Cultura, a la Literatura, al Arte, a las Humanidades en general. A través de él deseo que todos los que se acerquen a sus contenidos sean tocados por la magia de la armonía y de la belleza que las palabras pueden transmitir.
domingo, 20 de diciembre de 2015
viernes, 11 de diciembre de 2015
CIEN AÑOS PASAN CANTANDO
Ya ha pasado un siglo. Y parece que fue ayer cuando
empecé a arrullar al mundo con mi portentosa voz. No es que me queje. La verdad
es que el clima de estas latitudes es mucho más suave que el de la fría Hoboken
que me vio nacer. Muchas veces incluso me parece estar en el sur de California.
De hecho, desde aquí puedo distinguir las letras que adornan las colinas de
Hollywood. Y esas otras de allí deben de ser las luces de neón de Times Square.
Modestia aparte, seguro que brillan con tanta intensidad por mí. Lo que más
echo de menos aquí arriba, aparte de a mi querida Ava Gardner, con la que tan
acaloradamente discutí en la tierra, es jugar al póker con mis viejos
compañeros del Rat Pack. ¿Dónde estáis, Dean, Sammy, Peter y compañía? Seguro
que os habéis escondido detrás de alguna nube para darme una fiesta sorpresa de
centenario, ¡panda de granujas!
Cien años. ¡Uf! Se dice pronto. Tantos como Bob
Hope, solo que él los cumplió ahí abajo. Hablando de cine, haría lo que fuera
por volver a rodar una de aquellas películas en las que solo tenía que ser yo
mismo para encandilar al público. Detective de Florida, escritor desmotivado,
jugador empedernido, hombre del brazo de oro, gángster que juega a ser Robin
Hood, millonario de ilusiones, marinero deslumbrado por Nueva York. Hasta toqué
el piano en “La vuelta al mundo en ochenta días”. En aquellos buenos tiempos,
la cámara estaba loca por mí, y yo no sabía resistirme. A la orden de “¡Acción!”,
tuve en mis brazos a Kim, Rita, Gina, Shirley, Natalie y tantas otras guapísimas
actrices, a las que amé por turno, en blanco y negro o tecnicolor. Ese era el
encanto del “viejo ojos de lavanda”, aunque no faltaron quienes preferían
llamarme “el Presidente” o “La Voz”. Bueno, supongo que no dejé indiferente a
nadie. Orgullo y pasión ante todo, ya que no nací en la alta sociedad. Ellos y
ellas se enamoraron al compás de mi voz, aunque mi vida discurriese como un
torrente. No pude evitar ser un gallardo y calavera, y creo que lo seguiré
siendo de aquí a la eternidad.
Esta noche voy a sacar del baúl algunas de las
viejas partituras que escribieron para mí Nelson Riddle y Billy May, que en
gloria estén. Me parece que el planeta que veo agitarse ahí abajo vuelve a necesitar
una buena ración de la música más romántica y esperanzada que se le pueda
ofrecer, y un servidor vino al mundo expresamente para eso. Queridos extraños
en la noche que añoráis el glamour de los jóvenes de corazón: venid a volar
conmigo, aunque no seamos más que tres sargentos o una cuadrilla de los once, porque
yo os llevaré a la luna reverdeciendo las hojas muertas, pero antes descansaremos
un rato en ese hotelito que alberga un pozo de los deseos, visitaremos a la chica
de Ipanema y al viejo río Misisipi, en los días de vino y rosas y mecidos por
el viento de verano, hasta que aprendamos el blues bien entrada la madrugada,
cuando haya cerrado sus puertas el Can-Can, y las campanadas de Navidad nos
recuerden que ya oímos la canción de septiembre, y que lo hicimos a nuestra
manera. Dadme solo cinco minutos más, y os prepararé una copa para vuestra
chica y otra para el camino que hay que seguir siempre hasta el final. La vida
es así, lo queramos o no, pero os adelanto que lo mejor está por venir y que
tengáis los ojos bien abiertos porque, ¿sabéis una cosa? A veces llueven
centavos del cielo.
P.D: Hacedme caso, y nunca tengáis miedo de decir
algo estúpido, como por ejemplo, “Te quiero”. Aquí arriba lo dicen a todas
horas…
jueves, 10 de diciembre de 2015
Colaboraciones en la Revista Cultural y Artística TERRAL
Colaboraciones para la Sección de Cine de la Revista Cultural y Artística Terral:
UNA CIUDAD FANTASMA LLAMADA CIELO AMARILLO
SEIS PERSONAJES VARADOS EN UN AEROPUERTO
EL CORNETA QUE SE NEGÓ A MORIR
LA CENA DE LOS ACUSADOS
EL HOMBRE QUE SE AMOTINÓ CONTRA HUMPHREY BOGART
Etiquetas:
Cielo Amarillo,
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Hotel Internacional,
La cena de los acusados,
Revista Terral,
Yellow Sky
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