LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

martes, 19 de agosto de 2014

EL CLUB DE LOS ACTORES QUE NO MUEREN

El profesor John Keating, aquel hombre afable que nos enseñó a subirnos a nuestros pupitres mientras recitábamos los versos de Walt Whitman, ha querido marcharse a enseñar sus revolucionarios métodos pedagógicos a otra parte. Afortunadamente para él, el trayecto no lo ha efectuado en solitario, sino que se ha encontrado por el camino con una de las actrices que siempre admiró desde niño, la mítica Lauren Bacall, quien también acababa de descabezar un sueño eterno. Así, mientras ella le iba narrando anécdotas sobre Humphrey Bogart con sus brillantes ojos de siamesa, él la hacía reír a carcajadas empleando sus más desternillantes gags. Ambos pertenecen ya al Club de los Actores que No Mueren y han decidido por consenso que, en ese mundo que ya vislumbran más allá de los sueños, donde los infinitivos tener y no tener han perdido toda su relevancia, donde los actores en blanco y negro estrechan afectuosamente la mano de sus homólogos en color y alta definición, siempre mantendrán viva su entrañable amistad.


-¡Oh, capitán, mi capitán!  -le susurra Robin Williams a la Flaca, quien a su vez replica:

-Si me necesitas, silba, profesor. No hace falta que te explique cómo se hace, ¿verdad? Sólo tienes que juntar los labios y…

Por toda respuesta, el bonachón de Williams contrae la mitad de su rostro en un guiño a lo Popeye y empieza a recitar unas líneas que lleva madurando desde que sintió que sus pies ya no pisaban el asfalto de Hollywood:

-Pero sólo en sus sueños puede el hombre ser verdaderamente libre

-¿Tennyson? –inquiere la diva, exhalando con elegancia el humo incorpóreo de su cigarro de boquilla.

-No, Keating –responde risueño el ex docente de la Academia Welton, al tiempo que se detiene a contemplar la representación de El sueño de una noche de verano que su alumno favorito, el sensible Neil, ya convertido en duende Puck, les dedica a él y a la chica alta con voz ronca que le acompaña. Ninguno de los dos se da cuenta, pero en la concha del apuntador se perfila la figura del propio William Shakespeare…


Fundido sobre Hojas de Hierba, telón, títulos de crédito y THE END.


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3 comentarios:

  1. Magníficos homenajes a los grandes del cine en tus últimos textos. Y como siempmre, con singular ingenio y excelente verbo. Enhorabuena, amigo.
    Mercedes.

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  2. Qué texto más emotivo, Ricardo. Yo también me imaginé a la Bacall aleteando sus preciosas pestañas y tendiéndole la mano a Robin cuando coincidieron, más allá de sus sueños...: -No te preocupes, Rob, haremos juntos este "trayecto"... Y el Williams le quita el pitillo de la boca, pega unas caladas, lo danza al espacio y coge a la Bacall por el talle... -"Carpe eternum", mi capitana... Y bien abrazados siguen la estela de las estrellas, más allá de nuestros sueños.
    Gracias por este homenaje.

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  3. Te agradezco mucho tus palabras, Mar.
    Por cierto, me ha encantado tu texto de homenaje. ¡Qué bueno lo de carpe eternum, capitana”!
    Sin duda, ellos se lo merecen.
    Un placer tenerte navegando por aquí.
    Un abrazo… y ¡¡¡carpe diem!!!

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