LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

domingo, 11 de noviembre de 2012

LA DIGNIDAD ABARATADA… o la matemática de la patada


Hasta el día en que le despidieron, Jorge K. ignoraba que fuese un número. Pensaba que la sombra que había proyectado durante un lustro en la empresa a la que había dado lo mejor de sí profesionalmente era una sombra antropomorfa, pero al leer el contenido del sobre sorpresa que dejaron sobre su escritorio y bajar los ojos al suelo, tal vez buscando que éste se abriese de golpe y le tragase, comprendió que no había sido más que la escuálida sombra que proyecta una cifra. Entonces le asaltaron las dudas. ¿Habían contratado cinco años antes a su esencia humana o a su esencia aritmética? ¿Había estudiado filología o trigonometría? ¿Eran ecuaciones aquello que parecían metáforas o acaso el diagrama de Venn se había travestido de rima asonante para hacerle luz de gas? Jorge K. trató de buscar palabras que resumiesen el dolor que sentía ante aquel golpe bajo, pero el común denominador de todas ellas anuló su significado, convirtiéndolas en números primos y encima homófonos con complejo de raíces cuadradas. Sintiéndose ya un empedernido estudio de caso, una cobaya perdida en aquel modelo de muestreo aleatorio, salió como sonámbulo a la calle y cruzó la carretera, daltónico a los colores del semáforo. El concierto clamoroso de cláxones, el chirrido histérico de frenos y el griterío desaforado le hicieron bajar la vista hacia la tierra. Estaba tan concentrado en intentar descifrar la codificada maraña burocrática que envolvía sus papeles de despido que ni se había dado cuenta de que le habían atropellado. Lo que más le jodió fue que, ni aun incorpóreo ni subido a una nube, se libraba de ser un frío número más en una triste estadística de accidentes de tráfico.      

6 comentarios:

  1. ¡Qué triste! Pero cierto lamentablemente...ojalá pudiéramos lograr la fuerza interior necesaria para superar esa frialdad con que la sociedad trata a las personas, y encontrar y proteger nuestra esencia, bien cuidadita ahí muy dentro nuestro.
    Muy bonito igual tu relato, la belleza del retrato de la realidad aunque sea dura...

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    1. Muchas gracias, Claudia! Normalmente hago literatura más escapista, pero el jueves entré en contacto directo con la realidad laboral y eso me animó a escribir este relato. Tienes razón: debemos proteger nuestra esencia. Sólo así conseguiremos que cada vez nos afecte menos la deshumanización de una parte de la sociedad.

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  2. Triste historia para urdir un buen micro, Ricardo.

    Me gusta el sabor a amargura que transita todo el texto, esa reflexión azorada del personaje, el cuestionamiento que permanece a pesar de su marcha.

    Un saludo,

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    1. Muchas gracias, Pedro. Por desgracia, el argumento (convenientemente novelado) está basado en una historia real. Las tres claves que das para entender el texto son muy precisas. Es un placer que me hayas leído.

      Un abrazo.

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    2. Ricardo, ojalá pudiera analizar el texto de forma más profesional y describirte con palabras técnicas lo que tu escrito me ha transmitido. Cada palabra te atrapa y engancha hasta llegar al final

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  3. Hola Ricardo...
    Me gustaría saber expresarme una décima parte de como te expresas... que envidia... Me ha encantado.
    Una historia real tristísima... quien iba a decir que se escribirían historias así... tanta riqueza... todo tranquilidad... mucho trabajo... y a la vuelta de la esquina todo se derrumba... a la p. calle.
    Ánimo!!!
    Seguro que has dejado un hueco grande... personas como tu son difíciles de encontrar.

    Un abrazo.

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